La brujería.
Se le considera brujería a toda acción supuestamente sobrenatural ejercida por cualquier persona...claro que eran tiempos en los que la religión y la ignorancia abundaban, esto no le quita ni un poco de importancia al hecho de que mucha gente murió a causa de estos actos de supuesta brujería. Al igual que en muchos puntos de la historia la mujer juega un papel crucial en esto, ya que la brujería se practicaba principalmente por las mujeres (valga la redundancia),a esta forma de manifestaciones sobrenaturales también se les conocía como hechicería o magia negra.
pero...¿por qué razón utilizarían la brujería?
La gente de esos tiempos como había comentado anteriormente eran ignorantes y supersticiosos, es de suponerse que buscarían la manera de solucionar los problemas de esos tiempos y la mayoría de las veces que acudían a la brujería era por :los desórdenes sexuales -tales como adquirir filtros para seducir a la persona deseada-, suscitar calamidades y daños contra enemigos o rivales, invocar a los muertos y, en general, para resolver todo tipo de problemas.
No todas las brujas seguían las mismas prácticas, pero las siguientes eran las más comunes: la bruja reniega de Cristo y los sacramentos realizando un pacto con el demonio, en cuyo honor realiza ritos diabólicos en los que hace una parodia de la Santa Misa o de los oficios de la Iglesia, adorando a Satanás, príncipe de las tinieblas, al cual le ofrece su alma a cambio que le diese poderes sobrenaturales. Así, la brujería está directamente relacionada con el satanismo.
La hechicería se vivía como una verdadera amenaza en el seno de la comunidad, las convicciones relativas a la magia estaban profundamente arraigadas en la vida social. Para el hombre común la hechicería resulta un complejo ideológico capaz de aportar soluciones a gran parte de los problemas del día a día.
A partir de la Edad Media la rigurosidad irá en constante aumento hasta llegar a su clímax en los siglos XVI y XVII. La brujería era sancionada indistintamente por las autoridades civiles como por las eclesiásticas. La persecución contra las supuestas o reales brujas fue una de las páginas más negras de la historia de la humanidad, que solamente en el siglo XVII en Inglaterra anglicana acabó con más de 50,000 personas quemadas en la hoguera mientras que, en Alemania la cifra se estima en 100,000. En este marco general cabe resaltar un hecho indiscutible: si en España y sus colonias no se llegaron a quemar brujas fue básicamente gracias al Santo Oficio.
Brujas
En latín, las brujas eran denominadas maleficae (singular maléfica), término que se utilizó para designarlas en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la edad moderna. Términos aproximadamente equivalentes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, son el inglés witch, el alemán Hexe y el francés sorcière.
Estas personas que llevaban a cabo la brujería se les denominaba brujas o brujos (estos últimos pocos frecuentes) y estaban supuestamente dotadas de ciertas habilidades mágicas que usaban con la finalidad de causar daño o beneficios.
En cuanto a la organización y la práctica tradicionales, y de acuerdo con la mayoría de los expertos, los brujos europeos de la época medieval en adelante estaban organizados en grupos o aquelarres de doce miembros, la mayor parte de ellos, pero no exclusivamente, formados por mujeres, y por un líder, generalmente, masculino. Este líder estaba considerado como vicario del diablo y muchos de sus fieles más ingenuos le trataban como si fuera el mismo diablo. Tradicionalmente se le representaba vestido de negro o con disfraz de macho cabrío, ciervo u otros animales con cuernos.
El grupo se reunía una o dos veces por semana en lo que generalmente constituía una reunión local. En estas reuniones las brujas llevaban a cabo ritos de culto al demonio, informaban de sus actividades y hacían planes para la próxima semana. Otras reuniones regionales, llamadas
Sabbats -seguramente como un acto provocativo hacia el sabbat judío-cristiano-, se reunían probablemente a centenares, a veces miles de alegres asistentes, brujas y brujos.
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